Conversando con mi amiga enfermera


– Aló, ¿cómo estás?

– Cansada, vos. Me tocó llevar a un pacientito referido hasta el hospital de San Miguel. Entré a trabajar a las 7 y hasta ahorita a las 9 de la noche vengo llegando.

– Te toca pesado…

– Pues si, ni modo. Me toca cuidar 20 niños y lidiar con 20 madres en pediatría. Lo peor que cuido los niños de los demás, pero al mío lo descuido. Pues, cuando tengo turno de noche, solo llego a la casa a dormir, ¡pobrecito mi niño!

– Ya que hablamos de cuido, ustedes las enfermeras tienen mala fama: de indiferentes, maltratadoras, enojadas…

– jejeje, habemos de todas. Sin embargo, no sabes la alegría que me da cuando un niño se va del hospital sano, y lo he visto batallar con su enfermedad. Cuando fallece un niño en el hospital pasó dos o tres días agobiada, como si fuera un hijo mío.

– Es triste. Pero, ¿en el hospital ustedes reciben asistencia psicológica ante esos casos o ante el sufrimiento que viven al cuidar y atender a los niños?

– Nada vos. Ni el hospital, ni la gente nos valora así. Creen que somos robot. Vieras que difícil es lidiar con las mamás de los niños.

– ¿Cuántas horas trabajas?

– Depende del mes, pero trabajo entre 160 a 180 horas al mes. Ponele unas 170 lo normal. Trabajo de noche, otras veces de día. Así es esta vida.

– ¿Te sientes explotada?

– Claro que me siento explotada. Mi salario es bajo. Trabajo mucho. Esta es mi vocación por eso voy con ganas a trabajar. Pero lo explotan a una.

– La solución que da el presidente Bukele es que si te sientes explotada debes mejor renunciar.

-Jajajaja. Dejémoslo así. No vaya a ser que por decir algo me quieran echar. Más vos con tus preguntas raras a saber para que me las hacés.

Por: Alcides Herrera.