El tiempo ha pasado rápido, pero los recuerdos siguen vivos

Su testimonio es un relato de lo que fue la masacre, cuando desde el hospital del ISSS en San Salvador, donde trabajaba como médico residente de cirugía general vio como las fuerzas militares arremetieron contra los estudiantes que protestaban por la intervención militar. Foto Diario Co Latino/ Cortesía.

Por: Diario CoLatino.

Fueron unas horas en el Hospital del Seguro Social y aunque el tiempo ha pasado rápido,  los recuerdos del 30 de Julio de 1975 siguen  vivos, para el doctor  José Joaquín Morales Chávez, miembro Colegio de Médicos y Cirujanos de Canadá.

Su testimonio es un relato de lo que fue la masacre, cuando desde el hospital del ISSS en San Salvador, donde  trabajaba como médico residente de cirugía general vio como las fuerzas militares arremetieron contra los estudiantes que protestaban por la intervención militar  del campus universitario en Santa Ana y denunciaban la injusticia del sistema.

“En esa tarde del 30 de Julio desde los pisos superiores del hospital habíamos muchos médicos, enfermeras y otro personal de trabajadores observando como los estudiantes universitarios venían por la 25 avenida norte marchando pacíficamente, cantando sus canciones”, recordó Morales.

Sin embargo, cuando  los estudiantes venían cerca de las clínicas médicas “observé que miembros del Ejército, la Guardia Nacional, la Policía de Hacienda y la Policía Nacional estaban apostados con tanquetas y fusiles en el área del puente cerca del hospital del Seguro”.

Y agrega que también había militares apostados en el cruce de la esquina del Hospital del ISSS, lo que indicaba que esos cientos de miembros  de las “Fuerzas represivas” habían tendido una emboscada para masacrar a los estudiantes.

Y así fue, porque cuando la marcha llegó al puente, los militares estaban frente a la manifestación y comenzaron a disparar con sus fusiles y tanques.

“Vi muchos cuerpos caídos, heridos por las balas, estudiantes que trataban de huir cruzando a la única salida antes de llegar al puente, pero que cuando cruzaron la esquina del hospital, comenzaron a ser masacrados por los cuerpos represivos que los esperaban en el  cruce”, relató en su testimonio el doctor.

Muchos de estos  estudiantes se saltaron del puente para tratar de escapar,  otros saltaron sobre el muro de ladrillos para meterse al hospital, recuerda.

“Cuando vimos la matanza, el doctor Roberto Ticas y mi persona salimos con nuestras gabachas blancas de médicos a tratar de recoger heridos en la calle cerca del parqueo del hospital”, dijo y agregó “yo vi muchos heridos, comencé a llorar debido a los gases lacrimógenos”.

Pero en medio de la tragedia el doctor no olvidó su juramento, inmediatamente

agarró a un estudiante que estaba agonizando herido y que estaba llorando.

“Lo tomé en mis brazos para tratar de llevarlo al hospital, tenía mi gabacha llena de sangre, pero cuando estaba tratando de rescatar al estudiante, un miembro del Ejército vino y me dijo “hijo de puta, deja a ese pendejo ahí”.

Y  luego “me golpeó con la culata del G-3 y me obligó a regresar al hospital sin el herido que quedó tirado en la calle”.

Al regresar al hospital Morales se trasladó  al área de la emergencia, donde había muchos estudiantes heridos y a  los más graves los llevaban a la sala de operaciones.

Sin embargo, el jefe del departamento de cirugía del hospital, de ese tiempo, doctor Ernesto Núñez se opuso a que se llevaran los heridos a hacerles cirugías de emergencia.

Núñez argumentaba que no se tenía permiso del director del ISSS para atender a los heridos.

Los minutos perdidos pudieron salvar vidas. “Entonces, sin escuchar más los argumentos del doctor Núñez comenzamos a  operar a los heridos en las salas de operaciones”, dijo Morales, quien recuerda perfectamente cuando un estudiante murió llamando a su mamá, justamente en la entrada de la sala de operaciones.

“El murió antes de ser operado, y yo sentí que él murió por los argumentos del doctor Ernesto Núñez de no querernos dejar a los cirujanos llevar a los heridos a la sala de operaciones”, recriminó.

También, recordó con tristeza que el doctor Núñez no entró con ningún herido a la sala de operaciones.

Pero si recibió la ayuda del doctor Mariano Cáceres Prendes con quien atendieron a un estudiante que tenía un balazo en el hígado, posiblemente de fusil G-3.

“Le quitamos casi el setenta por ciento  del hígado y luego fue trasladado a cuidados intensivos. Tengo especial recuerdo de ese estudiante, porque sobrevivió el trauma, pero él falleció 6 días después de las heridas recibidas”, relató Morales.

Según el doctor Morales el estudiante estuvo consciente unos días, pero luego falleció, al presentar insuficiencia  del hígado y caer en coma.

Las últimas palabras del estudiante antes de morir fueron que su papá era un militar de la Fuerza Armada y nunca llegó a ver a su hijo al hospital.

Morales recuerda con mucho cariño al doctor Francisco Valiente, un  cirujano de tórax que  junto al doctor Salvador Miranda operaron  a estudiantes heridos.

El siguiente día, después de pasar una noche muy ocupado atendiendo a los heridos, me encontré con el Doctor Núñez en el servicio de cirugía del hospital del ISSS. Yo andaba con mucha cólera con el doctor Núñez y le dije que un día la historia lo juzgará por lo que nos había hecho al tratar de evitar que atendiéramos a los estudiantes heridos.

Después de la matanza vino el cuerpo de bomberos a lavar la sangre en las calles para borrar las huellas de la masacre…