En memoria de Margarita Posada

Margarita Posada. Foto | AGARESO.

En El Salvador gobernaba Francisco Flores, de ARENA, extendiendo la sombra de la privatización sobre el sistema de salud. La ortodoxia del Banco Mundial y el FMI encontraba en el presidente un fiel discípulo. La sociedad tuvo que organizarse en la defensa del acceso público a sus derechos básicos. Nacían las conocidas como marchas blancas contra la privatización, grandes manifestaciones populares que atemorizaban al poder.

En el pico de la protesta el gobierno se puso nervioso y ordenó la represión con todos los medios. La UMO, antidisturbios de El Salvador, se estaba empleando con todos sus recursos hasta el punto de sacar una motobomba de agua. De la muchedumbre emergió la figura de una mujer, mientras la gente escapaba ella no se movía, grande como era Margarita, se plantó delante de un camión que pareció acobardarse y cuando iba a rociarla de agua se averió. Una imagen que resume gran parte de lo que era la compañera. Siempre en la vanguardia de la movilización social, asumiendo un rol protagónico, liderando y protegiendo, leal a unos principios sólidos y sin dejarse amedrentar.

Margarita Posada, la Tuti, se curtió desde pequeña en la lucha social. Era hija de un destacado dirigente de la izquierda política, abogado y Magistrado de la Corte Suprema de Justicia, Luís Alonso Posada. Con él recorría las comunidades, entraba en contacto con la realidad de la mayoría social salvadoreña, tomaba consciencia de un país que existía más allá de su vida acomodada en Santa Tecla. También de la represión del poder que, coincidiendo con procesos electorales, asediaba su casa intentando insuflar miedo o que obligaba a su padre al exilio por ser el abogado de los acusados de conformar la primera célula guerrillera del ERP.

En su infancia y juventud ya se comienza a fraguar su espíritu de rebeldía. Tras pasar por varios colegios, la mayoría de carácter conservador, es casi sistemáticamente expulsada por la defensa de unos ideales revolucionarios contrarios a la acrítica educación del momento. En este recorrido, ya estamos en los 80, entra en contacto con cuadros de la guerrilla Fuerza Popular de Liberación (integrada en el FMLN). Coincidiendo con este momento hay un repunte del acoso a su padre, llegándole a poner una bomba que estalla en su vivienda y forzando el exilio familiar a Costa Rica.

En el país tico ya se integra en las estructuras organizadas del FMLN, en el Bloque Popular de Solidaridad gestionando finanzas. En 1988 regresa a El Salvador, comenzando su trabajo con las ONG un año después. Se iniciaba un trayecto que no abandonaría. En el año 1991 llega a la que sería su casa definitiva, APROCSAL, un proyecto en el que se emplearía con todas sus esfuerzas. La organización se centra en defender el derecho a la salud, se abre al trabajo coordinado y fundan estructuras como la Red de Acción para la Salud en El Salvador (APSAL).

Margarita entiende que el trabajo comunitario tiene que complementarse con la incidencia política y se vuelca, enfrentándose a los grandes intereses. Hasta el punto que la secuestraron, dos días, para explicitar que el compromiso tiene un coste. Pero no conocían a Margarita, dispuesta a luchar por sus convicciones costase lo que costase. Tenaz, continúa su batalla social y lidera el movimiento contra la privatización de la salud. Se consigue el objetivo y el gobierno se ve forzado a dar marcha atrás.

La lucha de la compañera ha seguido, siempre de la mano de APROCSAL, y su último legado es el Foro Nacional de Salud. Un espacio de coordinación de la sociedad civil salvadoreña para la auditoría y participación en las políticas públicas. En estos tiempos estaba preocupada por cómo se mantendría el derecho a la salud con el nuevo gobierno, sobre la disponibilidad a seguir construyendo con la sociedad civil y el Foro.

Se nos ha ido la compañera. Vamos a echar de menos su ironía, las charlas desenfadadas, la disensión constructiva y la fraternidad sincera de alguien excepcional. Su legado es un faro que guiará el camino, en el horizonte siempre la justicia social.

Por: AGARESO.